Pedir la liberación de los animales en cautiverio es una de las principales causas de los activistas en todo el mundo, y en este caso la historia va precisamente de eso. En concreto, activistas indignados piden a Indonesia que libere a los delfines utilizados en los circos itinerantes del país, por considerarlo una forma de crueldad animal.

Lejos de considerarlos unas flamantes y simpáticas estrellas de los shows que protagonizan, los defensores de los animales denuncian lo que suele denunciarse en estos casos: que los pobres bichos no pueden seguir esclavizados y que, en suma, están muy quemados de hacer piruetas, de dar vueltas y vueltas hasta la locura. De forma particular, critican las nefastas condiciones de vida que les ofrecen los circos.

Para estos defensores de los animales, no es necesario que los delfines hablen nuestro idioma para saber qué está ocurriendo con ellos cuando se les amaestra. Básicamente, estos mamíferos marinos son controlados por la privación de alimentos y obedecen, hacen trucos para sobrevivir, haciéndoles pasar por situaciones desesperadas de forma constante.

Devolverlos al mar

En suma, piensan que hay que devolverlos al lugar donde les corresponde estar, porque “humanizar a los animales salvajes significa alterar su lugar en la naturaleza”, resume en pocas palabras Riyanni Djangkaru, activista y buceadora.
Pero lograr su propósito no es sencillo, si bien hay razones para la esperanza, como los 93.000 seguidores que ya tiene una campaña online lanzada por el grupo Jakarta Animal Aid Network en Change.org instando a Indonesia a protegerlos. Es decir, a prohibir, impedir de facto (es ilegal pero se sigue realizando), el uso de delfines en los circos itinerantes.


Además de considerar intolerable el cautiverio en sí que se da en los circos, se denuncian las pequeñas dimensiones de las piscinas, así como las altas dosis de cloro que se utilizan para limpiar las defecaciones y orines de los animales.