Más metano y más terremotos por el fracking
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Diferencia entre los políticos locales y nacionales. Gobiernos y
políticos frente a agencias ambientales y ciudadanos. En España,
mientras la mayoría de Comunidades Autónomas se posicionan contra el fracking, el ministro de Industria, Energía y Turismo, apoya esta práctica tan perjudicial para el medio ambiente. Los ciudadanos protestan, a veces, de forma original, como ha ocurrido en Cantabria, donde la Asociación de Emprendedores Pasiegos organizó una “Balonada contra el fracking”, regalando pelotas contra la fractura hidráulica en la playa de los Bikinis.
Por desgracia, los políticos (los irresponsables, aclaro) no escuchan al pueblo y las Comunidades Autónomas no tienen competencias sobre el asunto, por mucho que se empeñen en declarar sus regiones “libres de fracking”. Si el Gobierno y las grandes empresas multinacionales deciden extraer el gas natural con este método, será muy difícil pararlos. Los consejos de administración de las empresas tienen más poder que los presidentes autonómicos elegidos por los ciudadanos. De momento, han puesto en marcha todo su engranaje mediático para contar mentiras y confundir a la opinión pública.
Los defensores del fracking (que, casualmente, son los únicos que van a ganar dinero a espuertas con los proyectos) dicen que el daño medioambiental de esta forma de extraer gas es mínimo. Pero los estudios que se han llevado a cabo en Estados Unidos, país pionero en poner en práctica la técnica, los desmienten.
De hecho, es peor de lo que se pensaba. La cantidad de metano (un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono) que se emite a la atmósfera supera las previsiones. En el estado de Utah, donde miles de pozos han sido perforados en el condado de Uintah, según una investigación realizada por la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y CIRES (Cooperative Institute for Research in Environmental Sciences), se emite entre un 6 y un 12% del gas extraído por fractura hidráulica. El resultado: concentraciones de metano extremadamente altas en la atmósfera.
En otro estado donde también se llevan a cabo proyectos de fracking, Arkansas, en 2010 y 2011 se han producido un millar de pequeños terremotos causados, según los científicos, por la fractura hidráulica. Según los sismólogos del Servicio Geológico de Estados Unidos, estos terremotos rara vez se sienten, pero pueden producir temblores más potentes que dañen hogares.
Por desgracia, los políticos (los irresponsables, aclaro) no escuchan al pueblo y las Comunidades Autónomas no tienen competencias sobre el asunto, por mucho que se empeñen en declarar sus regiones “libres de fracking”. Si el Gobierno y las grandes empresas multinacionales deciden extraer el gas natural con este método, será muy difícil pararlos. Los consejos de administración de las empresas tienen más poder que los presidentes autonómicos elegidos por los ciudadanos. De momento, han puesto en marcha todo su engranaje mediático para contar mentiras y confundir a la opinión pública.
Los defensores del fracking (que, casualmente, son los únicos que van a ganar dinero a espuertas con los proyectos) dicen que el daño medioambiental de esta forma de extraer gas es mínimo. Pero los estudios que se han llevado a cabo en Estados Unidos, país pionero en poner en práctica la técnica, los desmienten.
De hecho, es peor de lo que se pensaba. La cantidad de metano (un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono) que se emite a la atmósfera supera las previsiones. En el estado de Utah, donde miles de pozos han sido perforados en el condado de Uintah, según una investigación realizada por la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y CIRES (Cooperative Institute for Research in Environmental Sciences), se emite entre un 6 y un 12% del gas extraído por fractura hidráulica. El resultado: concentraciones de metano extremadamente altas en la atmósfera.
Terremotos
En otro estado donde también se llevan a cabo proyectos de fracking, Arkansas, en 2010 y 2011 se han producido un millar de pequeños terremotos causados, según los científicos, por la fractura hidráulica. Según los sismólogos del Servicio Geológico de Estados Unidos, estos terremotos rara vez se sienten, pero pueden producir temblores más potentes que dañen hogares.
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