En 2030 el mundo sufrirá una grave crisis del agua
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Ya lo vaticinaban los científicos, y cada vez estamos más cerca de
que sea una realidad no sólo sectorial, sino a nivel global. El agua
dulce escasea, y su gestión además es penosa. Si no cambian las cosas,
en unos años la crisis del agua podría provocar conflictos tremendos y agravar las guerras climáticas.
El siglo XXI ha de afrontar grandes desafíos relacionados con la guerras climáticas y sus conflictos, como la guerra del agua o la inseguridad alimentaria, empeorados, sobre todo, por el aumento de la población y el avance del cambio climático.
Numerosos estudios nos recuerdan, una y otra vez, que en los próximos años nos esperan conflictos por el agua a consecuencia del calentamiento global y el crecimiento demográfico. A menos que se avance en una mejor gestión del agua y se frene el peso demográfico, el acceso a este recurso esencial para la vida será cada vez más complicado.
Según un nuevo estudio de la ONU publicado en la revista WIREs Water, tal y como están las cosas, la demanda de agua potable superará el suministro en breve. En cifras, con los actuales niveles de consumo, a mediados de este siglo la demanda global de agua será mayor que el agua disponible.
Para el 2050 se espera que la población mundial alcance los 9 mil millones, lo que supondrá un aumento de la demanda de un 55 por ciento, un porcentaje inasumible. Además, si los patrones de uso siguen siendo los mismos en 2030 el agua, únicamente habrá disponible el 60 por ciento del agua demandada.
El déficit mundial del agua no dejará de aumentar. Por lo tanto, si la población no deja de aumentar, la solución necesariamente pasa por disminuir el consumo del agua de forma que haya para todos. Al menos en teoría, pues en la práctica hay grandes grupos de población que no tiene acceso. Esta sería otra tarea pendiente.
Así, al margen de que haya personas para las que el agua es un lujo y conseguirla representa un gran esfuerzo, en general las personas habrán de adaptarse a menores suministros de agua para que no peligre el abastecimiento de agua mundial.
Por un lado, las reservas de agua subterránea están agotándose, y el cambio climático hace prever sequías de larga duración, lo que significa eventos extremos que se caracterizarán por un cambio en los patrones de lluvia.
El informe alerta sobre la creciente demanda global de agua, que continuará creciendo a consecuencia del uso doméstico, la agricultura, la industria y la generación de energía térmica. Actualmente, dos de cada diez acuíferos del mundo están sobre explotados.
A su vez, el estudio lamenta las consecuencias que está provocando la ruptura del ciclo hidrológico mundial y cómo las malas prácticas en la gestión del agua están ocasionando desastres ambientales, como la destrucción de ecosistemas y la escasez de agua, que será devastadora.
Sólo una política más consciente y previsora que planifique y logre una gestión inteligente del agua y detenga el avance demográfico y del calentamiento global, así como posibles innovaciones tecnológicas permitirían albergar esperanzas para un cambio de tendencia.
El siglo XXI ha de afrontar grandes desafíos relacionados con la guerras climáticas y sus conflictos, como la guerra del agua o la inseguridad alimentaria, empeorados, sobre todo, por el aumento de la población y el avance del cambio climático.
Numerosos estudios nos recuerdan, una y otra vez, que en los próximos años nos esperan conflictos por el agua a consecuencia del calentamiento global y el crecimiento demográfico. A menos que se avance en una mejor gestión del agua y se frene el peso demográfico, el acceso a este recurso esencial para la vida será cada vez más complicado.
Situación insostenible
Básicamente, los principales problemas son dos: el agua disminuye y la población crece. La superpoblación, la imparable urbanización y el cambio climático son los principales caballos de batalla.Según un nuevo estudio de la ONU publicado en la revista WIREs Water, tal y como están las cosas, la demanda de agua potable superará el suministro en breve. En cifras, con los actuales niveles de consumo, a mediados de este siglo la demanda global de agua será mayor que el agua disponible.
Para el 2050 se espera que la población mundial alcance los 9 mil millones, lo que supondrá un aumento de la demanda de un 55 por ciento, un porcentaje inasumible. Además, si los patrones de uso siguen siendo los mismos en 2030 el agua, únicamente habrá disponible el 60 por ciento del agua demandada.
El déficit mundial del agua no dejará de aumentar. Por lo tanto, si la población no deja de aumentar, la solución necesariamente pasa por disminuir el consumo del agua de forma que haya para todos. Al menos en teoría, pues en la práctica hay grandes grupos de población que no tiene acceso. Esta sería otra tarea pendiente.
Así, al margen de que haya personas para las que el agua es un lujo y conseguirla representa un gran esfuerzo, en general las personas habrán de adaptarse a menores suministros de agua para que no peligre el abastecimiento de agua mundial.
Todavía puede evitarse
Aunque en las últimas tres décadas ha disminuido el consumo de agua per cápita, lo que significa un uso más eficiente, la crisis del agua ya es una realidad en muchos países, no sólo porque millones de personas todavía carecen de acceso al agua potable ni a sistemas de saneamiento, sino también por su carestía para usos agrícolas e industriales.Por un lado, las reservas de agua subterránea están agotándose, y el cambio climático hace prever sequías de larga duración, lo que significa eventos extremos que se caracterizarán por un cambio en los patrones de lluvia.
El informe alerta sobre la creciente demanda global de agua, que continuará creciendo a consecuencia del uso doméstico, la agricultura, la industria y la generación de energía térmica. Actualmente, dos de cada diez acuíferos del mundo están sobre explotados.
A su vez, el estudio lamenta las consecuencias que está provocando la ruptura del ciclo hidrológico mundial y cómo las malas prácticas en la gestión del agua están ocasionando desastres ambientales, como la destrucción de ecosistemas y la escasez de agua, que será devastadora.
Sólo una política más consciente y previsora que planifique y logre una gestión inteligente del agua y detenga el avance demográfico y del calentamiento global, así como posibles innovaciones tecnológicas permitirían albergar esperanzas para un cambio de tendencia.
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