Disfrutarás incluso antes de haber pisado la suave arena blanca de Jericoacoara, en Estado de Ceará (Brasil). Y es que como dijo un famoso periodista brasileño, este lugar es, además de una preciosa playa, toda una experiencia.

Lo único difícil de esta playa es su nombre; el resto está servido en bandeja para que disfrutes como nunca en tu vida lo has hecho, ya sea sintiendo el calidísimo sol sobre tu piel acostado sobre la arena, zambulléndote en las increíbles aguas turquesas transparentes como una piscina o paseando para contemplar la increíble belleza de esta playa a cualquier hora del día.

Tendrás que pellizcarte para saber que no estás soñando este paisaje de postal, que contrasta la suavidad de la paradisíaca playa con la crudeza y la densidad de la selva más densa, para mostrarnos colores y elementos naturales que nunca habíamos visto. Ni tus palabras ni la imagen que captes con tu cámara podrás describir jamás la sensación que se te quedará en el cuerpo al contemplar uno de los atardeceres de película que te regala Jericiacoara.


El pueblo conserva todavía una sencillísima estructura, con las características del pueblo de pescadores que fue en los 70, y con un envidiable estilo de vida sin tráfico, sin bullicio y sin horarios… Lo que nadie querría por vacaciones, vaya.

La electricidad ha llegado recientemente a la zona, por lo que por el momento no todo el mundo allí puede disfrutar de luz artificial. Y es mejor así, porque sería un desperdicio no aprovechar la luz natural de las estrellas o como calidez de las velas y antorchas que iluminan la noche.

La zona es perfecta para para deportes náuticos como la navegación con vela (imprescindible que vayas a las lagunas de Jijoca), o la práctica de kitesurf o windsurf.