Cómo afecta el cambio climático a la salud

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Durante los últimos 50 años, las actividades humanas, en especial, la combustión de combustibles fósiles, han liberado millones de toneladas de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero (GEI) hasta tal punto que han originado el cambio climático. La concentración atmosférica de dióxido de carbono ha aumentado en más de un 30% desde la Revolución Industrial.

A consecuencia del cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, sequías, olas de calor, tifones, etc., son más potentes y ocurren con mayor frecuencia. Pero hay otras terribles consecuencias del calentamiento global, como los riesgos que supone para la salud, ya que provoca un aumento de la mortalidad por temperaturas extremadamente elevadas o cambio en la distribución de las enfermedades infecciosas, entre otras.

El clima y la meteorología repercuten directa e indirectamente en la vida humana. Los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones o los huracanes, no sólo destruyen propiedades, infraestructuras y cultivos, sino que también ponen en peligro la salud. En la última década del siglo XX, los desastres naturales relacionados con el clima produjeron más de medio millón de muertes en todo el mundo, el 95% de ellas en países pobres.

Las variaciones meteorológicas intensas a corto plazo también pueden afectar gravemente a la salud, por ejemplo, el frío o el calor extremos. Estudios recientes aseguran que las temperaturas récord alcanzadas en el verano de 2003 en Europa Occidental provocaron unas 70.000 muertes.

Enfermedades relacionadas con la mala calidad del agua


El aumento de la temperatura global modifica los niveles y la distribución estacional de partículas naturales como el polen, lo que afecta a las personas que sufren alergias y asma. Hay unos 300 millones de personas con asma, pero se teme que sean muchas más por el calentamiento global.

El aumento de la variabilidad de las precipitaciones dificulta el suministro de agua dulce. La escasez de agua afecta ya a un 40% de la población mundial. Esta falta de agua unida a su mala calidad ponen en peligro la salud y la higiene, por lo que aumentan las enfermedades diarreicas, que causan la muerte de 2,2 millones de personas cada año o de tracoma (una infección ocular que puede producir ceguera) y otras enfermedades. Almacenar el agua en casa aumenta el riesgo de contaminación y, por tanto, de enfermedades como el paludismo o el dengue.

La diarrea, el paludismo y la malnutrición proteinocalórica produjeron más 3 millones de muertes en 2004, de las cuales más de un tercio se registraron en África.

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