Dramático descenso del hielo en los lagos de Alaska
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El cambio climático no deja de generar noticias,
dando la sensación de que cada una de ellas sea peor que la anterior, en
realidad algo lógico por su rápido avance y por la
sensación de impotencia que da estar al corriente de las últimas
conclusiones científicas, cuyo sabor es poco menos que apocalíptico.
En esta ocasión, la ciencia señala hacia los lagos del norte de Alaska como nueva evidencia del calentamiento global. La voz de alarma la ha dado un estudio publicado en la revista The Cryosphere por la Agencia Espacial Europea (ESA) y dirigido por Cristina Surdu, quien no ha dudado en afirmar que quedó “impresionada al observar un descenso del hielo tan terrible en sólo dos décadas”.
En concreto, el estudio concluye que los lagos del norte de Alaska perdieron un 22 por ciento de su capa de hielo en veinte años, exactamente entre 1991 y 2011, como consecuencia del cambio climático, lo que supuso perder entre unos 21 y 38 centímetros. Ello supone, además, la mayor reducción se produjo en los últimos seis años estudiados, alcanzándose el nivel más bajo se alcanzó en 2011.
La investigación no esperaba encontrar buenas noticias, debido a que el clima más cálido en la región del Ártico era un hecho, pero tampoco eran tan pesimistas como han tenido que serlo tras finalizar el estudio, cuyas conclusiones se han alcanzado mediante imágenes satelitales y otras captadas por los radares de la ESA, eficaces incluso en las malas condiciones meteorológicas que caracterizan a la región.
En esta ocasión, la ciencia señala hacia los lagos del norte de Alaska como nueva evidencia del calentamiento global. La voz de alarma la ha dado un estudio publicado en la revista The Cryosphere por la Agencia Espacial Europea (ESA) y dirigido por Cristina Surdu, quien no ha dudado en afirmar que quedó “impresionada al observar un descenso del hielo tan terrible en sólo dos décadas”.
En concreto, el estudio concluye que los lagos del norte de Alaska perdieron un 22 por ciento de su capa de hielo en veinte años, exactamente entre 1991 y 2011, como consecuencia del cambio climático, lo que supuso perder entre unos 21 y 38 centímetros. Ello supone, además, la mayor reducción se produjo en los últimos seis años estudiados, alcanzándose el nivel más bajo se alcanzó en 2011.
Ecosistemas dañados
No hay que ser un lince para saber que estos cambios, o sea, una congelación más débil de la zona en invierno, afecta a lo que los científicos llaman las dinámicas de capa de hielo permanente, así como al agua obtenida del mismo para usos humanos durante esos meses, pero lo realmente duro es cómo influye en el ecosistema. De hecho, menos hielo en los lagos supone un cambio en las propiedades del agua a nivel químico y de temperatura, afectando de forma importante y nada buena, a los ecosistemas que dependen de esos lagos o que forman parte de ellos.La investigación no esperaba encontrar buenas noticias, debido a que el clima más cálido en la región del Ártico era un hecho, pero tampoco eran tan pesimistas como han tenido que serlo tras finalizar el estudio, cuyas conclusiones se han alcanzado mediante imágenes satelitales y otras captadas por los radares de la ESA, eficaces incluso en las malas condiciones meteorológicas que caracterizan a la región.
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