Nueva York quiere exterminar a 2.200 cisnes

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Los cisnes forman parte de la biodiversidad urbana de Nueva York y también de sus paisajes más emblemáticos, pero como no abandonen los estanques cuanto antes, echando a volar o mudándose a las alcantarillas, tanto se da, podrían tener los días contados en aquellos lares.

El sueño americano tan traído y llevado se torna pesadilla para ellos, pues en la Gran Manzana los quieren coser a tiros o gasearlos por amenazar a otras especies autóctonas. Se les acusa de destruir el hábitat de los patos y gansos nativos y de ser agresivos con las personas, según determina el departamento de conservación ambiental del Estado de Nueva York para así declararlos una “especie invasiva prohibida”.

Una vez endilgada la acusación, sin más contemplaciones, viene directamente la pena capital, en este caso una propuesta gubernamental apoyada por un polémico informe técnico, con soluciones que les cubren de gloria. Básicamente, la propuesta para controlar la población es eliminar a estas aves al más puro estilo del Lejano Oeste, es decir, a tiro limpio o capturándolas -¿por qué no usar el tradicional lazo, agitándolo en el aire desde el caballo- para luego gasearlos, además de rociar con aceite los huevos de los nidos para malograrlos.

Una solución invasora

¿En serio esta ciudad cosmopolita, el centro del mundo civilizado soluciona así lo que en realidad no es sino el resultado de una mala gestión de su biodiversidad? ¿De verdad se quiere combatir a las especies invasivas con soluciones no menos invasoras? Como es sabido, imitan en esto la cruel actitud de los británicos con los cisnes negros o con las ardillas grises, o a sus también primos los australianos, que ametrallan a cientos de miles de camellos desde los helicópteros. Aunque, en esta ocasión, es justo decir que todavía no se ha aprobado la propuesta, si bien la decisión oficial apunta a ser ésta, ya que prevé un respaldo unánime al plan gubernamental.

Son muchos los neoyorquinos que han mostrado su sorpresa y disgusto por la noticia, siendo inevitable sacar a colación la doble moral que encierra la medida, haciéndose una analogía con la población inmigrante de Nueva York y del país entero, en realidad, pues el cisne vulgar se trajo a Estados Unidos a finales del siglo XIX desde Europa por su belleza, con fines ornamentales.


Llama poderosamente la atención que antes de convertirse en una de las más importantes e influyentes metrópolis del mundo, en espejo en el que se mira el mundo, la actual Nueva York haya crecido gracias a la masiva llegada de inmigrantes. Unos colonos que, por cierto, invadieron sin contemplaciones el territorio de tribus indígenas. No llamaron a la puerta, precisamente…

A día de hoy, su población es creciente y diversa, considerándose una auténtica Torre de Babel donde se mezclan culturas y razas. Los cisnes, sin embargo, no tienen cabida en esta urbe, famosa por dar grandes oportunidades tanto a sus habitantes como a los recién llegados. En su caso, además, se da la circunstancia de que los cisnes han nacido allí, por lo que son neoyorquinos.

Soluciones respetuosas

Frente a los partidarios exterminarlos, otras voces respetuosas apuestan por la convivencia entre especies a través de una adecuada gestión del entorno, optando por alternativas que preserven su vida de forma respetuosa, sin recurrir al control letal como solución. Y, sinceramente, si se los cargan no sólo acabarán con una bella visión de los patos verdes y pardos en los estanques, como el de Central Park, ya que detrás habrá un imborrable exterminio de cisnes. Ocurrirá algo más grave, si cabe, y es que se demostrará que es una gran mentira eso de que en Nueva York todo es posible, como reza su conocido eslogan. En realidad, andan bastante cortitos de recursos, al menos en lo ético, justamente ellos, tan amantes de las libertades, que sufrieron el azote de las ideologías irracionales y fanáticas.


Además, más vale que vayan preparándose para lo que se les viene encima y ensayen métodos no letales de control si no quieren que la ciudad acabe convirtiéndose en un campo de batalla o en un coto de caza sin ley, en plena selva urbana. No olvidemos que, según advierten los expertos, el cambio climático está provocando una subida de la temperatura irreversible que hará que reptiles como caimanes o las temibles pitones birmanas, -otras especies invasivas mal gestionadas-, se extiendan desde los Everglades de Florida hasta zonas más frías.

¿Quizás proliferen los reptiles asilvestrados en Nueva York? Con estas decisiones exterminadoras, que denotan una inquietante sangre fría, no sería de extrañar que fuese un polo de atracción para este tipo de animales. Entonces, la famosa leyenda urbana de los cocodrilos que habitan en las alcantarillas de Nueva York podría hacerse realidad mucho antes de lo imaginado y, visto lo visto, ellos no son los únicos que amenazan con las fauces abiertas…

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