Santuarios para liberar a las ballenas del cautiverio

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Rehabilitar a las orcas que padecen el indecible sufrimiento de la cautividad en parques acuáticos es un loable objetivo que los de PETA pretende hacer realidad, comenzando por intentarlo con las del SeaWorld Shamo Stadium, un centro de Florida tristemente conocido por el letal ataque de una orca a su entrenadora en 2010.

Si la organización animalista se ha centrado en las ballenas de este parque responde a su participación como accionistas del mismo, tras comprar acciones del SeaWorld Entertainment Inc con la evidente intención de liberarlas.

Sin embargo, son numerosos los obstáculos que salvar para avanzar en su objetivo, pues la empresa propietaria quiere bloquear una votación de los accionistas solicitada por PETA, en la que se consulta sobre la creación de un santuario que sirva tanto de retiro para las orcas del parque como para poder ser vistas por el público en su medio.

Puesto que PETA se opone al cautiverio de orcas, es precisamente por ello por lo que propone comenzar el desarrollo de estos santuarios costeros, una medida que ni siquiera quiere plantearse.
Recordemos que PETA compró acciones en SeaWorld cuando la compañía hizo su oferta pública en abril de 2013, adquiriendo el número mínimo de acciones necesarias para asistir, hablar y presentar propuestas en las reuniones anuales de los accionistas. O, lo que es lo mismo, las adquirió con la intención de ayudar a las ballenas, si bien tienen claro que hay muchas otras cosas por hacer con el resto de los animales del centro.

Liberar a Corky

“Nuestra primera tarea como propietarios parciales de SeaWorld es sacar a las orcas afuera, incluyendo a Corky, que ha sido esclavizado por SeaWorld durante 44 años”, afirman desde PETA, aún a sabiendas de que el camino no sería fácil, obviamente.
Por lo pronto, SeaWorld ha invocado una norma que impide hacer propuestas a un accionista que ha poseído acciones hace menos de un año, si bien desde PETA afirman haberlo superado. Decididos a superar todo tipo de zancadillas, su intención no es otra que “recorrer un largo camino hacia la reparación de la maltrecha imagen de SeaWorld” a través de la nula ética que se demuestra al mantener a las criaturas inteligentes en cautiverio.


El caso de Corky es dramático pues se trata de una orca de 47 años de edad que lleva casi toda su vida sufriendo una cautividad y entrenamientos que suponen un maltrato. A su vez, sólo es un caso más que representa a otras muchas orcas que son víctimas del confinamiento de por vida en pequeñas piscinas donde se les obliga a obedecer mediante la técnica de la recompensa y el castigo.

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