Un zoo mata a una cría de jirafa perfectamente sana
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A Marius, una preciosa cría de jirafa que nació en el zoológico de
Copenhague, en Dinamarca, le ha tocado morir, sí o sí, por una decisión
arbitraria que tiene indignado al mundo. El infortunado animal fue condenado a morir tras cumplir 18 meses de edad, tras ser considerado un “excedente” por el mismo centro que en su día celebró su nacimiento.
Sí, el nacimiento de un animal en un zoo suele ser un gran acontecimiento si el recién llegado viene al mundo sano y fuerte y, sobre todo, -hay que decirlo-, si el centro se las promete felices en el futuras recaudaciones, como ocurre con los osos panda, con los primates o con los tigres, pongamos por caso. En este caso, sin embargo, el nacimiento de Marius ha acabado en tragedia por decisión del zoológico, que no tuvo reparo en sacrificarlo a pesar de su perfecto estado de salud.
Nada pudo evitar su muerte. El pobre Marius no vino con un pan bajo el brazo, ni tampoco con un abultado cheque bajo la pata, como hacen los ositos panda, sino con una sentencia de muerte que acabaría con su vida sólo porque sus genes ya estaban representados de sobra en las otras jirafas del zoológico. Es decir, su valor se reducía a su carga genética única y exclusivamente, sin importar su derecho a la vida lo más mínimo.
Así, sin anestesia, hay que decir que la cruda realidad en otros zoos del país es similar y, por ejemplo, al menos en otro parque zoológico del norte de Copenhagen se sacrifican cerca de un millar de venados cada año para controlar la población. En 2010, sin ir más lejos, el zoo de Edimburgo se cargó a dos lechones de cerdo rojo de río (Potamochoerus porcus) pertenecientes a un programa de cría internacional por considerarlos sobrantes.
Extrañado por las protestas que intentaban detener la ejecución, el zoológico ha manifestado que considera normal la decisión, habida cuenta de las normas europeas que aconsejan evitar la endogamia. Cortos de miras, profundamente crueles y utilitaristas, conciben el zoológico de un modo decimonónico que está periclitado. Imposible desearle larga vida a este zoo de la muerte.
Sí, el nacimiento de un animal en un zoo suele ser un gran acontecimiento si el recién llegado viene al mundo sano y fuerte y, sobre todo, -hay que decirlo-, si el centro se las promete felices en el futuras recaudaciones, como ocurre con los osos panda, con los primates o con los tigres, pongamos por caso. En este caso, sin embargo, el nacimiento de Marius ha acabado en tragedia por decisión del zoológico, que no tuvo reparo en sacrificarlo a pesar de su perfecto estado de salud.
Nada pudo evitar su muerte. El pobre Marius no vino con un pan bajo el brazo, ni tampoco con un abultado cheque bajo la pata, como hacen los ositos panda, sino con una sentencia de muerte que acabaría con su vida sólo porque sus genes ya estaban representados de sobra en las otras jirafas del zoológico. Es decir, su valor se reducía a su carga genética única y exclusivamente, sin importar su derecho a la vida lo más mínimo.
No pudieron salvarla
Ante el empecinamiento de sacrificarla de forma inminente, haciendo oídos sordos a la presión ciudadana -incluso hubo campañas para intentar salvarla-, y también a ofrecimientos de otros zoos para reubicarla, se procedió. O sea, este domingo se la mató con una pistola de pistón, para alcanzar su fin último: evitar su apareamiento sin tampoco optar por preservar su vida mediante una esterilización.Así, sin anestesia, hay que decir que la cruda realidad en otros zoos del país es similar y, por ejemplo, al menos en otro parque zoológico del norte de Copenhagen se sacrifican cerca de un millar de venados cada año para controlar la población. En 2010, sin ir más lejos, el zoo de Edimburgo se cargó a dos lechones de cerdo rojo de río (Potamochoerus porcus) pertenecientes a un programa de cría internacional por considerarlos sobrantes.
Extrañado por las protestas que intentaban detener la ejecución, el zoológico ha manifestado que considera normal la decisión, habida cuenta de las normas europeas que aconsejan evitar la endogamia. Cortos de miras, profundamente crueles y utilitaristas, conciben el zoológico de un modo decimonónico que está periclitado. Imposible desearle larga vida a este zoo de la muerte.
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