El mar se tragará 500 metros de costa en 2100 por el deshielo del Ártico

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Hasta hace nada, cambio climático era sinónimo de predicciones poco menos que apocalípticas en plan global, pero que no iban a afectarnos ni hoy ni mañana, ni siquiera a lo largo de nuestra vida. En los últimos años, sin embargo, el enfoque ha cambiado: siguen siendo tremendas y globales, pero también cotidianas y tangibles, adoptando la forma de eventos extremos y de un inquietante aumento del nivel del mar.

Incendios más frecuentes y virulentos, lluvias torrenciales, graves sequías y, en fin, eso que llamamos un tiempo loco, que tanto nos trae calor en invierno como frío en verano, difuminando la diferencia entre estaciones ha sido identificado en muchas ocasiones por los científicos como claros efectos del cambio climático. Pero no sólo eso, porque el desastre llama a la puerta de casa y, se la abramos o no, un mar incontenible se cobrará su peaje, un precio que no será barato. Es más, según advierte Greenpeace, nos dejará sin costa, directamente.

De acuerdo con el último informe presentado por la organización esta semana, España: hacia un clima extremo. Riesgos de no frenar el cambio climático y la destrucción del Ártico, el nivel del mar avanzará de aquí a final de siglo medio kilómetro en la costa mediterránea, devorando playa, anegando casas y todo lo que pille.

Radical cambio de paisaje

Lo hará por el aumento de los niveles del mar a consecuencia, fundamentalmente, del deshielo del Ártico, que se derrite al doble de la velocidad que el resto del planeta. Y, puesto que un centímetro de subida del mar equivale a un metro de playa menos, las estimaciones del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la ONU resultan de lo más alarmantes incluso a muy corto plazo.

Resumiendo, y aplicado al Mediterráneo, tal y como recogen los grandes titulares, en lugar de lamer la orilla, las olas engullirán la arena, y más allá: Marbella, Benidorm o La Manga, entre otras ciudades, quedarán sepultadas bajo las aguas en unas cuantas décadas si no se hace nada o, mejor dicho, lo suficiente, para detener el calentamiento global.

En realidad, este es un mal común que se ve venir desde hace un tiempo. Ya en el 2011, por ejemplo, varias ciudades californianas reaccionaron ante este mismo problema e incluso empezaron a construir diques. Ahora toca recordarlo por estos lares, más dentro de una campaña para salvar el Ártico que para animarnos a construir diques, es decir, con el fin de erradicar la raíz del problema.


Como siempre, los de Greenpeace han demostrado ser maestros del arte de lo mediático y la viralidad aunque, a tenor de la enorme repercusión de esta campaña, parece que la desaparición de nuestra costa turística nos afecta más que otros grandes temas de veras dramáticos, al límite de la supervivencia. Porque, como tantas veces se dice, la vida de todo el planeta depende del Ártico y sus consecuencias se dejarán sentir en todas partes de muy distinta forma.

Aún suponiendo un tremendo golpe económico para el país, con todo y con eso, hay otros grandes temas al límite de la supervivencia ante los que mostramos casi una total indiferencia: la inseguridad alimentaria, el aumento de los conflictos a nivel mundial, de las grandes migraciones humanas por hambrunas y masivas extinciones de animales que también traerá el cambio climático. En fin, somos así

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