Japón seguirá cazando ballenas, pese a la prohibición
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Los balleneros japoneses no soportan quedarse en el
dique seco. Imposible resistir tamaña tortura, tienen mono de ballena y
van al grano cuando reconocen que pese al obligado cierre de la expedición antártica, en realidad nada ha cambiado.
En lugar de recapacitar, siguen erre que erre afirmando que persiguen fines científicos, cuando en realidad son comerciales, como dictaminó la la Corte Internacional de Justicia (CIJ), razón que motivó negarles nuevos permisos para cazar en la Antártida.
Si bien acatarán la decisión de la CIJ de no cazar la próxima campaña de caza de ballenas en la Antártida, han dejado bien claro que no pondrán fin esta práctica. Están dispuestos a ingeniárselas para seguir haciendo de las suyas o, lo que es lo mismo, para intentar saltarse la moratoria internacional sobre la caza de ballenas iniciada en 1987, que sólo permite su caza con fines científicos.
Su intención es que todo vuelva a ser como antes y, mientras lo consiguen, pobrecitos ellos, harán un enorme sacrificio y se conformarán con capturar menos ballenas. Y, cómo no, reanudarán la caza ya mismo, en la próxima temporada del Pacífico noroccidental que iniciarán el 26 de abril para cazar una minucia, tan sólo dos centenares de cetáceos.
Comprobar cómo después del fallo del CIJ la política de caza es inamovible para Japón ha sido un mazazo para las asociaciones ambientalistas. Dónde y cuántas puede ser algo variable, pero continuará con la caza “científica” contra viento y marea.
En un claro intento de contraataque, se acaba de hacer pública una encuesta favorable a la caza de ballenas, en la que un 60 por ciento de los japoneses se mostraría partidario de seguir cazándolas, según un sondeo publicado por el diario Ashi Shimbun. Sólo se registra un 23 por ciento en contra y un 17 por ciento que no expresan su opinión.
Frente a este sondeo, hecho justo después de que la Corte prohibiera a Japón cazar ballenas en la Antártida, hace un par de años una encuesta realizada para el Fondo Internacional para el Bienestar Animal encontró justo lo contrario: que sólo el 26 por ciento de los encuestados estaba de acuerdo con estas expediciones.
Sea porque han tomado la cuestión en plan patriota (curiosamente, el apoyo es mayoritario incluso entre las personas que no comen su carne), como un apoyo a la decisión del gobierno de seguir con esta actividad “tradicional”, o por cuestiones que se nos escapan pero que huelen a amaño, algo no cuadra. Soprenden unos resultados tan antagónicos y, sinceramente, muy probablemente manipulados.
En lugar de recapacitar, siguen erre que erre afirmando que persiguen fines científicos, cuando en realidad son comerciales, como dictaminó la la Corte Internacional de Justicia (CIJ), razón que motivó negarles nuevos permisos para cazar en la Antártida.
Si bien acatarán la decisión de la CIJ de no cazar la próxima campaña de caza de ballenas en la Antártida, han dejado bien claro que no pondrán fin esta práctica. Están dispuestos a ingeniárselas para seguir haciendo de las suyas o, lo que es lo mismo, para intentar saltarse la moratoria internacional sobre la caza de ballenas iniciada en 1987, que sólo permite su caza con fines científicos.
Su intención es que todo vuelva a ser como antes y, mientras lo consiguen, pobrecitos ellos, harán un enorme sacrificio y se conformarán con capturar menos ballenas. Y, cómo no, reanudarán la caza ya mismo, en la próxima temporada del Pacífico noroccidental que iniciarán el 26 de abril para cazar una minucia, tan sólo dos centenares de cetáceos.
Comprobar cómo después del fallo del CIJ la política de caza es inamovible para Japón ha sido un mazazo para las asociaciones ambientalistas. Dónde y cuántas puede ser algo variable, pero continuará con la caza “científica” contra viento y marea.
¿Un lavado de cara?
Poco consuelan a los conservacionistas las declaraciones del ministro de Pesca de Japón, Yoshimasa Hayashi, diciendo que autorizará la pesca de hasta 210 ballenas, la mitad de las que solía permitir cazar el Gobierno japonés. Incluso está empezando a arraigar la idea de que el fallo fuese una solución conveniente para lavar la cara a Japón dentro de un contexto de gran presión mediática. Para que el puzzle se complete en esta pretendida acción orquestada, el siguiente paso sería la presentación de nuevos planes científicos para que el CIJ ceda y volver a las andadas en la temporada 2015-2016.En un claro intento de contraataque, se acaba de hacer pública una encuesta favorable a la caza de ballenas, en la que un 60 por ciento de los japoneses se mostraría partidario de seguir cazándolas, según un sondeo publicado por el diario Ashi Shimbun. Sólo se registra un 23 por ciento en contra y un 17 por ciento que no expresan su opinión.
Frente a este sondeo, hecho justo después de que la Corte prohibiera a Japón cazar ballenas en la Antártida, hace un par de años una encuesta realizada para el Fondo Internacional para el Bienestar Animal encontró justo lo contrario: que sólo el 26 por ciento de los encuestados estaba de acuerdo con estas expediciones.
Sea porque han tomado la cuestión en plan patriota (curiosamente, el apoyo es mayoritario incluso entre las personas que no comen su carne), como un apoyo a la decisión del gobierno de seguir con esta actividad “tradicional”, o por cuestiones que se nos escapan pero que huelen a amaño, algo no cuadra. Soprenden unos resultados tan antagónicos y, sinceramente, muy probablemente manipulados.
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